Los equipos están concebidos para facilitar las cirugías laparoscópicas en el abdomen · Los miniaparatos iluminan y graban de forma autónoma el interior del organismo mientras el cirujano realiza la intervención.
El catedrático Víctor Muñoz, coordinador del proyecto de investigación en el que están involucradas tres universidades. |
Marcus se hace realidad. El proyecto de microrrobótica para cirugía de la Universidad de Málaga (UMA) alcanza su primer cumpleaños con tres prototipos en marcha. El grupo de investigación que dirige el catedrático Víctor Muñoz ha encargado a la multinacional Idom la fabricación de tres minirrobots destinados a asistir a los cirujanos durante las intervenciones quirúrgicas. Los prototipos, que estarán listos este verano, están concebidos para proporcionar iluminación y grabar las operaciones desde el interior del organismo humano.
El equipo de ingenieros, asesorado por los cirujanos Carlos Vara y Rafael Toscano, trata de dar un paso más allá en las técnicas de cirugía laparoscópica que siguen el modelo SILS (single incision laparascopic surgery) que consiste en intervenir a los pacientes introduciendo el instrumental a través de un único orificio, generalmente el ombligo. El problema es que el ombligo da poco juego. El médico necesita luz en el interior del cuerpo. También una cámara que le proporcione imágenes de lo que está haciendo. Y, por supuesto, introducir pinzas, bisturí y demás material quirúrgico. Pero tanto aparato dentro del abdomen manejado a través de un espacio tan reducido como es el ombligo limita el margen de maniobrabilidad del cirujano y, en definitiva, reduce el uso de una técnica que tiene la ventaja de ser poco invasiva y generar menos sufrimiento en el paciente.
La solución que aporta el equipo de Víctor Muñoz pasa por introducir primero miniequipos robotizados que no necesitan ser manejados a través del ombligo para proporcionar luz e imágenes. De esta forma, el orificio queda expedito para el instrumental que necesita el cirujano durante la intervención y el potencial de la cirugía laparoscópica se multiplica exponencialmente. Los microrrobots con los que se trabaja en esta etapa del proyecto entran también por el ombligo, pero se fijan a la pared abdominal interna a través de un sistema de imanes que se maneja de forma independiente desde el exterior. Además, los expertos de la UMA han creado el software necesario para que los minirrobots puedan reconocer la actividad del médico y acomodar su comportamiento a sus necesidades. Es decir, en función de lo que esté haciendo en cada momento proyectarán la luz o tomarán imágenes en una u otra dirección.
Víctor Muñoz junto a los investigadores Isabel García, Irene Rivas y Pablo del Saz-Orozco. |
Los prototipos (uno que proporciona iluminación, otro imágenes y un tercero que integra luz y grabación) estarán en la universidad hacia el mes de julio, con el objetivo de que para finales de año puedan haberse realizado las pruebas de laboratorio necesarias para afinar su uso. La segunda fase del proyecto consiste en desarrollar un sistema de realidad aumentada que facilite al cirujano el manejo del joystick con el que realiza la intervención.
Este complejo sistema de microrrobótica médica es el resultado de cerca de 15 años de investigación, que comenzó con el ERM, el primer robot quirúrgico de la UMA capacitado para asistir a los cirujanos durante las intervenciones y manejado a través de la voz. Este era un equipo mastodóntico, dotado de un único brazo que evolucionó hacia el Cisobot, otro equipo diseñado ya con dos brazos articulados y concebido para ayudar a los médicos a suturar las incisiones. El Cisobot tiene capacidad para reconocer la actividad que se realiza sobre la mesa de operaciones y colabora con el cirujano para realizar algunas de las fases más complicadas de la sutura, como hacer el nudo, tirar o sujetar el hilo, o coger la aguja para sacar la puntada.
El proyecto Marcus (multiabdominal robots cooperative united systems) lo dirige y coordina el catedrático Víctor Muñoz con un equipo de siete investigadores de la Universidad de Málaga, a los que se suman expertos de la Universidad Miguel Hernández y el centro tecnológico Cartif de la Universidad de Valladolid. Cuenta con cerca de 1 millón de euros de financiación con cargo al plan nacional de I+D+i del Gobierno central. El equipo se reunirá al completo a finales de este mes en un congreso de biotecnología en Valladolid en el que analizarán el rumbo que deben seguir las investigaciones y las posibilidades que tienen para, en estos tiempos de recortes, hallar financiación.